Una centena de bolsos escolares resguardaban la cancha del Claret. En el fondo, una reja metálica permite ver el Ávila casi de un extremo al otro.
El lugar no tiene mayor cuido que el de una cancha de colegio pero ayer, esa grama amarillenta y sus líneas a medio pintar se transformaron por dos horas en el mejor estadio del mundo, por lo menos para los casi 200 niños que asistieron a la clínica que dictaron Alejandro y Gabriel Cichero en el colegio caraqueño.
"Uno como profesional debe buscar el tiempo para enseñarle a los niños como se cumple el sueño de llegar a la selección", comentó Gabriel, quien pasó por esas aulas en algún momento. Su turbulento presente le permitió volver, ya hecho como futbolista, al tener que cumplir una sanción en Francia. "Mi situación ahora no es fácil, me arrepiento de todo lo que está pasando en mi vida futbolística pero uno no es un robot, no es perfecto, sé que cometí un error", dijo.
"Dios no te pone en un camino que uno no puede salir.
Confío en que todo se va a solucionar", afirmó antes de abrir de par en par las puertas de su futuro. "Aun no se si voy a seguir en Francia, eso lo manejan mis abogados. Yo solo sé que en marzo volveré a un campo, no se si de Francia, de Venezuela o de otro lugar del mundo pero mi esperanza es que en marzo voy a jugar". Ese, en un principio fue el dictamen de la federación francesa, aunque luego, un juzgado civil pidió extender el plazo. "En verdad no lo tengo muy claro, hay cosas que debemos estudiar bien", en especial las fechas de cuando empieza y termina la sanción.
Selección en la mira. En plena crisis, el menor de los Cichero pidió permiso al cuerpo técnico de la selección para que lo excluyeran del último módulo. "No me supieron entender pero lo respeto, él es el técnico.
Debo aclarar que pedí permiso, sólo que ellos no quisieron contar conmigo y respeto esa decisión. Yo le di mucho a Venezuela, al cuerpo técnico actual, ellos también a mí y debo seguir trabajando para que Farías vuelva a confiar en mi".
Fuente: www.entornointeligente.com
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